El ingreso hospitalario para muchos enfermos resulta largo, pero además, muchos pacientes echan de menos las rutinas de su vida habitual. Durante los ingresos, el cariño de las visitas de los familiares y amigos es vital para hacer que las horas avancen más rápido. Sin embargo, quienes tienen un perro, también añoran el cariño de la mascota. Los perros no pueden visitar a sus dueños en los hospitales.
La terapia del cariño
A veces ocurren bonitas excepciones a la norma. Hace unos días, un paciente del hospital del Vinalopó pudo hacer realidad su sueño de recibir la visita de su perro. Este protagonista de 91 años quería recibir este regalo y finalmente, pudo cumplir su sueño. Este deseo cumplido fue toda una terapia para él y es un ejemplo sencillo de cómo, el vínculo entre una persona y un animal trasciende los límites del cariño.
Es decir, en una situación de enfermedad no solo puede echarse de menos a una persona, sino también, a ese amigo que te recibe cada día al llegar a casa. El centro hospitalario aceptó esta visita de un modo muy puntual y los familiares tuvieron que dar todos los pasos necesarios, contando con la previa autorización del supervisor del centro.
Más allá del contexto hospitalario, la compañía del perro es una medicina que eleva el estado de ánimo de su dueño en cualquier circunstancia de la vida en general. Ya que solo quienes viven este lazo como protagonistas, son conscientes de lo que realmente significa.
Y en algunos casos de personas que tienen pocas amistades y una vida solitaria, su mascota es todo un pilar de desarrollo personal y bienestar. Esta es una bonita noticia que puede servir de inspiración para reflexionar sobre cómo, los gestos más sencillos pueden marcar la diferencia entre tener un buen o un mal día.