Los perros ladran porque instintivamente sienten que están protegiendo su territorio y su manada, incluyendo a su amo. El ladrido resulta positivo desde el punto de vista de su sentido de pertenencia a la familia que lo acoge. Sin embargo, algunos perros son ladradores insistentes, y no se detienen en uno o dos ladridos. Esto puede resultar inquietante para los visitantes e incluso molestos para los propios dueños de la mascota.
Lo ideal sería lograr que estos ladridos excesivos puedan aminorar, lo cual se puede lograr con un poco de práctica, una formación constante y otros detalles que tienen que ver con ciertos incentivos y recompensas.
Una manera interesante es tener una golosina en la mano al momento de atender la puerta a un visitante. Luego de que el perro ladra sólo un par de veces, se lo felicita y se le entrega la golosina para que note su buen comportamiento y sepa cuando debe frenar sus ladridos.
Palabras tales como “tranquilo” o “quieto” deben ser pronunciadas constantemente cuando el perro se encuentra en silencio. De esta manera, cuando se pretende callar al perro cuando se encuentra ladrando, se le dicen estas palabras para que sepa lo que debe hacer.