El esqueleto del perro consta de 319 huesos. Si la cola de un perro está acoplada o ausentes en el nacimiento, es evidente que son menos los huesos en el esqueleto. Los músculos y los tendones son similares a las de un humano, sin embargo, los músculos superiores del cuerpo tienen la mitad del peso de todo el cuerpo y están mejor desarrolladas que las de un ser humano. La distribución del peso entre la parte delantera y la parte trasera del perro son relativamente iguales.
La construcción del hombro y los huesos de la pelvis y la forma en que se articulan con los huesos de las piernas y la columna vertebral permite a la mayoría de las razas poder trotar, correr, o galopar con facilidad. Algunas razas tienen aires distintos que han sido genéticamente seleccionados por los humanos. El pastor alemán es conocido por su «trote de vuelo.» La extensión extrema de la patas delanteras y traseras hace que el perro corra como si fuera en aumento, aunque siempre mantiene un pie en el suelo.
Otra marcha única es la del galgo, este perro fue criado en una ráfaga de velocidad, y su modo de andar más cómodo es el galope, la columna vertebral es extraordinariamente flexible, permitiendo que el perro se contraiga y se extienda en sus cuatro piernas al unísono, y que las cuatro patas no toquen el suelo al mismo tiempo.
Otras razas también tienen características únicas, el galgo afgano fue criado para cazar sobre largas distancias en terrenos rocosos. Su estructura permite una gran flexibilidad a través de las articulaciones de la cadera y la espalda baja, lo que permite al perro a recorrer rápidamente un área grande. El perro salchicha, por el contrario, es largo y bajo con las piernas cortas Este perro fue criado para buscar tejones bajo tierra, y su forma le permite entrar en túneles subterráneos en busca de su presa.
Aunque la mayoría de las razas ya no siguen las actividades para las que fueron criadas en un principio, sus instintos siguen siendo fuertes, y su estructura aún les permite realizar sus tareas específicas.