La llegada del cachorro al hogar es un momento emocionante y esperado. Pero antes de que suceda se debe preparar la casa para recibirlo. Lo conveniente es tener pensado dónde va a dormir y dónde va a hacer sus necesidades, además de preparar el ambiente sacando las plantas que pueda romper o quitando elementos peligrosos.
Se debe recibir al cachorro de manera cariñosa, acariciándolo y hablándole suavemente, teniendo cuidado de que los niños de la casa no lo agobien. Las primeras noches suelen ser difíciles ya que seguramente el pequeño llorará en busca de compañía. No se debe perder la calma. Nunca se lo debe llevar a la cama de los humanos, ni siquiera a la habitación.
Cuestiones de jerarquía
El cachorro desde que nace, busca su lugar en la camada. Una vez en familia, intentará hacerlo, muchas veces queriendo ser el líder. Se le debe dejar en claro que él está por debajo de los humanos. Para que esto suceda se lo debe educar correctamente desde pequeños, siempre con amor y nunca con castigos físicos, premiándolo cuando hace algo bien.
El macho alfa de la manada, en este caso el humano, es quien tiene el privilegio de poder tocar a cualquier miembro de la manada. Por eso es bueno que el cachorro pueda ser acariciado, poniéndose panza arriba (postura de sumisión), cada vez que se desee. Pero a su vez el perro debe aprender que no puede tocar al humano cada vez que quiere.
Asimismo, se debe conversar con los niños sobre el respeto que deben tenerle al animal, ya que no es un juguete. No deberán maltratarlo ni gritarle. Enseñarles a los pequeños cómo acariciar al animal, siempre en dirección en la que crece el pelo, o a darle palmaditas en los costados del lomo.