Pues sí. Y es que si encima te dan un masaje cuando estás dormido… ¿Para qué estar de malas? En este vídeo os ofrecemos una muestra de lo bien que se pueden llevar un gato y un perro:
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Debemos comprender que, aunque son especies diferentes, si tenemos las condiciones adecuadas podemos prevenir los posibles problemas que puedan surgir en la convivencia diaria. El factor clave es que la desconfianza entre estos dos animales se debe a sus distintas naturalezas.
La desconfianza entre estos dos animales surge debido a que el lenguaje corporal y los códigos que utilizan gatos y perros no son los mismos, por lo que se producen los malentendidos que pueden derivar en conflictos. Un ejemplo claro y específico es que cuando un perro levanta la pata, la mayoría de las veces nos está diciendo que quiere jugar mientras que, para un gato, este es un movimiento de defensa con el que busca golpear al otro.
Lo ideal, para lograr una convivencia correcta, sería que ambos animales se criasen juntos desde cachorros o que el gato haya sido socializado con perros o el perro con gatos. Pero si es posible sugerimos mejor la primera opción, puesto que la adaptación será mucho más fácil.