CÓMO EVITAR PROBLEMAS CON LOS EXTRAÑOS
No es infrecuente que los perros, para expresar bien sea su curiosidad o su alegría, cuando llegan a casa los dueños o alguna otra persona, acudan raudos y veloces no sólo a olisquear de forma insistente sino también a saltarles encima.
Y esto que para el perro es una forma de expresión, de contacto, de bienvenida, de saludo cordial, para el propietario puede llegar a ser bastante bochornoso. Tanto como ese otro animal que, por el contrario, cuando alguien llega a casa, huye despavorido no sin antes soltar unas gotas de orina en su loca carrera, o aquellos que no paran de ladrar y mostrar una actitud amenazadora e intimidatoria que a nadie deja indiferente. Problemas unos relacionados con la falta de control y la escasa educación en edades tempranas, y otros, con la total ausencia de socialización durante los primeros meses de vida del animal.
Al fin y al cabo, el perro es un animal social y gregario, que gusta del contacto y la compañía de otros seres vivos y que, a lo largo de casi cien mil años de domesticación, ha aprendido a aceptar al ser humano como parte de «su» manada, casi como un congénere más. Y como tal, en la mayoría de los casos se siente a gusto con las personas a las que identifica como «iguales» o si acaso como los individuos «alpha» de su entorno más cercano.
TRANSMITIR EMOCIONES
Esto explica que en la mayoría de los casos, los perros sientan la necesidad de transmitir a «sus» compañeros de fatiga de dos patas, sus emociones y sus sentimientos. Porque, por raro que parezca (y de ello ya hemos hablado en números anteriores), los perros son capaces de expresar y sentir muchas emociones, en contra de lo que en su día afirmó Descartes. Y lo hacen de muchas maneras.
Una de ellas, y quizás de las más expresivas, es justamente mostrando su alegría a través de grandes saltos y empujones, colocando las patas delanteras sobre el tórax del recién llegado, mientras intenta lamerle la cara o las manos en un gesto muy similar al que emplearía ante la llegada de otro perro de rango superior, para mostrar su sumisión.
Pero este, que es un gesto perfectamente natural y que hace parte de su forma de expresión, no siempre es entendido como tal por la persona que de repente se ve abordada de forma tan impulsiva, por el animal, especialmente si hablamos de un perro de gran tamaño, como pueda ser por ejemplo un Pastor Belga o un Dogo Alemán.
Se produce entonces, en la mayoría de los casos, un conflicto –digámoslo así- de intereses, porque el perro necesita manifestar su sentimiento de aceptación y bienvenida de la única forma que sabe y puede y el hombre se siente incómodo especialmente cuando ve cómo su pantalón de pana o su traje de chaqueta quedan marcados con el barro y la arena que el animal lleva en sus enormes patas! Y eso es sólo una de tantas posibilidades porque otras veces llega a ocurrir que en su exuberante manifestación de bienvenida el perro acaba por tirar al suelo y literalmente arrollar al pobre visitante, incapaz de reaccionar y mantenerse de pie por más tiempo.
Fuente: htpp://www.grupov.es