Infinidad de estudios de muestran que efectivamente gatos y perros poseen un alto grado de inteligencia, concepto que finalmente vino a derrotar el clásico que nos enseñaron desde niños: los animales actúan solamente por instinto… ahora que está claro, nace una nueva interrogante, ¿Quiénes son más inteligentes, los gatos o los perros?
El año pasado un diario americano publicó una nota en la que se leía “los gatos son más inteligentes que los perros”. Un investigador había conducido un experimento donde los animales tenían que jalar unas pequeñas cuerdas (simulando uno de los grandes regodeos de los gatos, que gustan jugar con pelotas de lana), con sus patas con el fin de recibir cierta recompensa. En su momento, los perros respondieron de mejor forma que sus opuestos. La conclusión fue “que no existe evidencia que los gatos entiendan el funcionamiento de las cuerdas”…
Sin duda alguna, los amantes gatunos seguro interpretarían los resultados de forma distinta. Explicarían que la “el gato es un ser independiente”, por lo que es natural que no haya respondido como se esperaba. O si quisiésemos expresarlo en palabras más sencillas: “porque habrían de hacer lo que otros quieren”.
De cualquier forma, el experimento fue además de común, limitado. Así que se decidió realizar un estudio más específico y complejo. Esta vez estuvo a cargo de un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford. Analizaron el tamaño del cerebro en diferentes grupos de mamíferos (un total de 500 especies) y lo compararon con su evolución a lo largo de 60 millones de años.
El resultado final reveló que los cerebros de los monos fueron los más desarrollados, tanto en tamaño como en conexiones, seguidos por él de los caballos, delfines, camellos y perros, quienes con el paso de la evolución habían desarrollado mayor número de conexiones para socializar con otras especies, incluyendo al humano.