Socialización y entrenamiento (Parte 1)

Una de las razones por la que los perros son llevados a las perreras o albergues es precisamente el título de está edición, el comportamiento que dificulta al dueño relacionarse con su mascota.

El mal comportamiento se relaciona directamente con una habilidad para relacionarse realmente pobre… lo curioso de ambos problemas es que en la mayoría de casos, el dueño es el culpable. De él dependen infinidad de factores que se observan en la mascota, y una manera de combatirle es aportarle un entrenamiento básico de obediencia.

Si estás pensando en adquirir una mascota, debes tener en consideración varios elementos que se acoplen a tu estilo de vida: Piensa en el tamaño del perro, en donde se mantendrá, en el tamaño de tu casa, si tienes o no área verde, analiza realmente si tendrás el tiempo necesario para dedicarte a él, de llevarle a correr, de jugar con él, de llevarle al veterinario, etc…

Una vez que hayas tenido claro todo esto, prepárate para entrenarle debidamente. Es aquí donde comienza el trabajo y la diversión para ambos. En su mayoría: socialización y entrenamiento de obediencia.

Conociendo los principios de la socialización.

En realidad el socializar comienza desde sus primeros días de nacido, cuando interactúa con sus hermanos y su madre. Una de las etapas más criticas pues por lo menos abarcan las primeras 7 semanas de vida del cachorrito. Esto es demasiado importante, pues de separarle antes de tiempo, quizá se pierdan la experiencia del aprendizaje y en el futuro pueden tener problemas para relacionarse con otros perros o con la gente.

Por nuestra parte, debemos procurar que nuestra mascota sea ‘altamente social’. Una buena idea es otorgarle libertad de expresión y movimiento cuando llegan nuestras visitas a la casa. No le apartes, no le encierres, permite que se relacione con tus amigos y familiares, que les huela, que juegue con ellos.

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