Actualmente se trata al perro como si fuese un omnívoro, deduciéndose por ello que la mejor alimentación es la que produce la industria al procesar los desechos del proceso productivo de otras industrias. Dichos alimentos se encuentran en una diversidad muy amplia de marcas y etapas que afirman favorece el correcto desarrollo alimenticio del perro. Cuando se decide cambiar de marca es oportuno el cambio progresivo, evitando hacerlo de forma abrupta; los alimentos nuevos deben introducirse gradualmente. Al cambiar la dieta, es conveniente hacerlo de manera gradual, intentando en la medida de lo posible los cambios bruscos en la alimentación, ya que al sobrepasarse se pueden iniciar una serie de trastornos gastrointestinales o también el rechazo de la nueva dieta.
Muy a pesar de lo descrito con anterioridad y ante la evidencia de que es un animal carnívoro, existe una tendencia creciente a volver a alimentar a los perros con alimentación cruda, imitando a la alimentación natural. Los que siguen esta tendencia afirman que es lo que evolutivamente están diseñados los perros para consumir, y que de esta manera se logra beneficios como: mejor salud, menos olor, dentadura, piel y pelaje más saludable, etc.
Las heces pequeñas, firmes y oscuras sugieren buena digestión y una excelente absorción de nutrientes, en cambio los volúmenes grandes de heces pálidas indican una absorción medianamente óptima. Un perro sano y bien alimentado mantiene un peso regular, su pelaje brillante y manejable, una actitud y actividad general muy dinámica.