Demostrado científicamente después de distintos experimentos y análisis del ADN, el lobo y el perro doméstico son en realidad la misma especie animal.
Tal vez debido a este hecho no se considera al lobo como una especie especialmente amenazada, a pesar de que en la actualidad el lobo salvaje ocupa una extensión muy pequeña de lo que fue en su día su hábitat.
Los perros que hoy viven en nuestros hogares han sufrido una gran cantidad de cambios como consecuencia de su domesticación y su convivencia con la especie humana, tanto que incluso su alimentación es totalmente distinta.
Aunque no se sabe, se especula sobre el origen de los perros con que son descendientes del lobo gris, y se tienen pruebas de que es el primer animal domesticado por el hombre, posiblemente en China. Este proceso de domesticación parece más bien originado al acercarse el lobo al hombre que al revés, al notar el primero que convivir con los humanos le generaba una multitud de ventajas, sobre todo la de no tener que cazar para obtener su comida y la de disfrutar de mejores condiciones que viviendo en el bosque. El hombre en seguida se percató de que podía utilizar al cánido en provecho propio y aprovecharse de los sentidos de este, que son mucho más finos, lo que le facilitaba mucho la búsqueda de caza y la protección de su hogar y sus rebaños. Por lo tanto se creó una simbiosis en la que las dos especies se han “domesticado” a la vez aprendiendo a convivir en armonía.
La historia de la humanidad está íntegramente ligada a la de el perro y por lo tanto todos los registros de las civilizaciones que se encuentran en todo lugar aparece alguno de estos animales acompañándole en sus cacerías, sus negocios e incluso su ocio.
