Los cachorritos tienen dos modos, es como si tuviesen un botón de encendido y otro de apagado. O están durmiendo o te están volviendo loco, algo muy similar a lo que sucede con los niños pequeños.
Y así como sucede con los niños, lo mismo experimentamos con los pequeños canes. Tratamos de juzgar su comportamiento en bueno o malo, o los premiamos o los castigamos, y antes de optar por el segundo razonamiento hay algunas cosas que debes saber.
Los entrenadores aseguran que gritarles fuertemente a los perritos, o en su peor defecto pegarles suavemente en la nariz, NO ES lo adecuado. Seguro que a ningún padre le gustaría que alguien corrigiese de este modo a su hijo… así que han desarrollado un método que te enseña a reaccionar apropiadamente, y más importante aún, a no sobre-actuar.
Un ejemplo de la eficacia de este método, es analizar y comprender que es lo que sucede antes de decidir. Digamos que tenemos un perrito mordelón, que cada vez que le cogemos para levantarlo y acariciarlo, nos muerde los dedos o la mano Es como si tuviéramos en casa al perrito ¡malvado de Dexter!
Es aquí cuando debes aprovechar la capacidad de tu cerebro que te hace diferente de los animales, tu capacidad de observación y de análisis.
Piensa en esto: un cachorrito emplea su boca para explorar, y a diferencia de no tener dedos pulgares, son exactamente como los bebes.
Otra razón, es que al ser pequeños siguen siendo como nuestros bebes, así que al igual que ellos, sus dientes también están creciendo. Así que en lugar de regañarle o clasificarle como “Perro Malo”, piensa con lógica y actua con cariño.