En el Antiguo Egipto era inmensa la predilección que se tenía hacia los perros, y es que se les consideraban guardianes, se les tenían presente en pinturas, nichos, escritos, etc… y es que se les creía como uno más de la familia.
De la tumba de Maihergei se tomaron numerosos collares de perros pintados de diversos colores, verde, rosa, blanco…
Los preparativos para la muerte de un perro se parecían mucho a la de los humanos, y es que dependiendo de la riqueza de la familia, se disponía a ofrecer al perro una pompa mayor o menor, en cuanto a sus vidas, eran todo atenciones, ya que recibían las mejores comidas, así como los mayores cuidados, y en ocasiones se les ponían nombres dependiendo de sus rasgos, así como de sus actitud o su trabajo, y que llevaban el vocablo abu (reverenciado, amado, padre), ubis (protector), hhi (mío), señal de que se les tenía un fuerte respeto.
Aunque bien es cierto que no todos recibían estos cuidados, y es que muchos eran despreciados, y se encontraban en las calles, junto a las inmensidades de basura que por allí se encontraban en busca de comida, lo que causó que la rabia llegara al Imperio, ya que no se podía ahuyentar a los perros, al estar protegidos como los gatos y los mendigos, pero una vez que la rabia llegara, las gentes usaron a sus perros de protectores.