En los últimos tiempos ha habido un auge de los perros entrenados para hacer de compañía de niños con problemas de autismo. Este tipo de animales son seleccionados y adiestrados para dar soporte físico y psicológico a niños con rasgos autistas, teniendo como objetivo técnico es maximizar el control que el cuidador tiene sobre el niño y de esta forma permitir a la familia obtener un mayor grado de libertad, movilidad y tranquilidad.
Los adiestradores les enseñan a trabajar con personas con rasgos autistas, preparándolos principalmente para evitar o interrumpir aquellas conductas que puedan resultar dañinas para el niño.
El perro de autismo debe vivir en contacto estrecho con el niño de forma similar a otros perros de asistencia, destacando que en aquellas situaciones en las que se requieran un mayor grado de control, el perro puede ir atado a la cintura del niño mediante una correa de seguridad de 90 centímetros.
El mayor riesgo para el niño y la principal preocupación para sus familias, es el comportamiento de fuga, en los que el niño se da a la fuga sin aviso alguno. La función del perro es impedirlo ya sea tumbándose o acercándose al guía. Dentro de esta línea de adiestramiento también se entrena al perro para guiar al niño en la dirección el la que indique el guía y a mantener la dirección de marcha.
La presencia del perro en situaciones sociales también sirve como un facilitador social, logrando que la gente se acerque con mejor disposición al niño y su familia, lo que redunda en una mejor integración social de la familia.