Los primeros perros que sirvieron como perros guías fueron los Pastores Alemanes, pero al estallar la Segunda Guerra Mundial, estos perros fueron enviados a misiones militares al ser los mejores cualificados para ello. Ante la escasez de perros guías, se tuvieron que investigar con otras especies y entrenarlas para el cometido.
Cuando los cachorros nacen, ni ven, ni huelen, ni escuchan hasta la tercera semana que empiezan a caminar, mover el rabo y a distinguir personas. Después de que pasan siete semanas se les hacen pruebas de sonido y como responden a determinados estímulos, aprender a obedecer, andar con correo o coger juguetes. Una vez que ha superado las doce semanas con su familia adoptiva, ya se le ingresa directamente en las escuelas de perros donde empezaran a tener una enseñanza y un entrenamiento mucho más serio para llegar a ser un perro-guía.
Durante los próximos cuatro meses, el perro aprenderá a hacer caso a diferentes comandos, y a desobedecer los que él vea que no son buenos, tiene que desarrollar la inteligencia para darse cuenta de ellos. Tras esto, tiene que aprender a adecuarse con el arnés, ese arnés esta hecho de cuero y ayuda a que el invidente se dé cuenta de los movimientos que hace el perro.
El aprendizaje de los movimientos con el arnés, son muy importantes, ya que tiene que aprender a dar señales cuando se deba de girar o deba de pararse o subir o abajar algún obstáculo.
Por último lo que aprende es a desarrollarse en el mundo público, como subir y bajar de un autobús, o buscar sitios vacíos o por donde entrar a edificios y saber orientarse, para así poder tener un éxito total en su adiestramiento y pueda servir bien a la persona invidente que necesite de su ayuda.