Por todo ello, existen alimentos contraproducentes para la salud del perro, o que no son tolerables en su plenitud.
La leche: Algunos perros, como algunas personas, presentan intolerancia a la lactosa, es por ello que debe dárseles con precaución, y, a la primera reacción adversa como vómitos o diarrea suspenderla de manera inmediata.
El chocolate: Contiene una sustancia llamada teobromina que causa en la mayoría de los casos intoxicación en el organismo del perro y puede ser fatal en grandes dosis.
Golosinas: Tales como frituras, caramelos, galletas; tienden a formar sarro en la dentadura del perro. Además los azúcares les hacen propensos a la diabetes. Existen golosinas especiales para ellos que inclusive protegen de la formación de sarro.
Huesos cocidos: En especial los de pollo. Al ser triturados por la mandíbula del perro pueden formar esquirlas con puntas muy agudas, las cuales fácilmente pueden perforar el esófago, intestino o recto provocando hemorragias internas, infección y consecuentemente mucho dolor.
Alimentos o desperdicios caseros: Se deben evitar los alimentos muy condimentados, ya que los perros son especialmente sensibles a la sal, pimienta y chile. De igual forma se deben evitar los alimentos con exceso de grasa. Los desperdicios o restos de alimentos, normalmente poco frescos deben ser eliminados. No se debe permitir que coman restos hallados en la calle, pues podría sufrir una gastroenteritis infecciosa y deshidratación.
Tomate: El tomate afecta el sistema digestivo del perro, por lo que no es recomendable, provocando una acidez, a la que el sistema digestivo del animal no está acostumbrado a responder.